En España coexisten el resistente (porque dura, no porque resista más) sector público con el depredador sector privado. Si hablamos a estructura organizativa y cultura formal, el sector privado es conocido en algunos círculos como el mundo real, mientras que en el sector público estaríamos hablando de un mundo paralelo, pero en absoluto ideal. En un mundo paralelo existe un sistema ya creado e impuesto frente al cual es muy díficil luchar. Tanto que puedes morir en el intento.
Matrix, la trilogía creada por los hermanos Wachowski sirve bien como comparación con el sector público, pero con matices. En Matrix, las máquinas habían creado un mundo imaginario con el fin de mantener a los humanos esclavizados y usarlos como energía para sobrevivir. En este mundo los humanos creían vivir una vida real, sin embargo, la realidad era bien distitna. Por otro lado, un grupo de hombres que elegían tomar la ya famosa pastilla roja conseguían escapar y vivir libres, en el mundo real, luchando contra Matrix.
El sector público no se aleja demasiado del escenario recreado en esta cinta estrenada en cines el 31 de marzo de 1.999. Los trabajadores hacen sus tareas siempre desde la creencia de que fuera de esas paredes funciona todo igual. Al final de cada mes, el «arquitecto», llamado Estado ingresa en sus cuentas la correspondiente nómina sin importar el rendimiento obtenido. Con esta premisa bajo el brazo, el sector público se ha contagiado casi por completo de una inoperatividad crónica. Una gran parte de los «humanos» viven sus vidas y «hacen» su trabajo y no se dan cuenta de que sus vidas no son reales. Y lo más grave es que desde los puestos directivos no se hace nada para cambiarlo, precisamente porque se han aburguesado, se han acostumbrado a vivir bien, a no entrometerse de ninguna manera en el despacho vecino para que así no se entrometan en el suyo. Ellos son en gran manera los grandes beneficiados.
Sin embargo, al igual que en Matrix, Sion existe y lucha por intentar seguir adelante, vencer. Aquí los habitantes de Sion no son humanos «originales», sino trabajadores que provienen del sector público, de la realidad. Saben que para llevar a cabo cualquier proyecto hay que trabajar de una manera e intentan por todos los medios actuar de esa forma. Estas personas son la última gran esperanza del sector público. Aunque es más habitual, incluso lógico, que Sion sea el departamento comercial de una empresa u organismo público, desde Trabajo Imparcial apostamos por crear un nuevo Sion en el departamento de Recursos Humanos. Estableciendo políticas de retribución adecuadas o sistemas de evaluación del desempeño realmente eficaces, se podría empezar a mostrar a los trabajadores del sector público que hay otra vida fuera de Matrix, que pueden ser libres.